sábado, 12 de enero de 2013


Restaurante Za-za

En la serie Sexo en Nueva York, la protagonista, Carrie Bradshaw dice que cuando uno se enamora siente ese inconfundible za-za-zu en la barriga. En este restaurante pasa algo parecido.

Cuando uno se sienta rendido en en Za-Za, puede leer en el mantelito: «Abbiamo i clienti più belli del mondo». Podría ser, porque un hombre muy bello nos lo ha recomendado. Tiene un puesto ambulante de souvenirs y es un encanto. Le caemos simpáticas y por ello nos recomienda un sitio donde se pueda comer bien.

El mensaje del mantelito es una manera elegante de hacernos sentir bien y de prepararnos para la extensa carta que la camarera ofrece con una abierta sonrisa. Cuando parece que hemos leído, al menos en diagonal, todos los platos, resulta que la carta sigue por detrás. Extenuadas y spoilt for choice, nos damos cuenta de que sobre la mesa hay una pizarrita llena de platos del día y giramos con miedo, por si la oferta sigue por detrás, pero no, que no cunda el pánico, son los mismos platos, en inglés.

¿Qué son las otras hojas? Una es la carta de vinos: dos caras enteras sin interlineado de vinos italianos, principalmente toscanos. Muy rico el Brunello di Montalcino. 

La otra, llena de nombres de celebrities que han pasado por allí. ¡Qué honor comer en el restaurante donde ha comido la mismísima Raffaela Carrá! ¡Fiesta, qué fantástica-fantástica es la fiesta!

Nos traen el pan. ¡NOOO! ¡Llévenselo! No puedo resistirme al pan de aceite de hacen en Italia. Su prosciutto no puede competir con nuestro Jabugo, pero al igual que la Nutella es claramente superior a la Nocilla, también lo es el pan de aceite italiano. La cestita también incluye pan de payés, sin sal, cortadito y esponjoso. Qué ricoooo…

Finalmente, escogemos nuestros platos:

Como entrante, burrata con alcachofa y prosciutto.



  
De primer plato, raviolis con crema de trufa IN ME JO RA BLES. Por la noche todavía me subía el delicioso retrogusto.




No queda espacio para un segundo plato si queremos postre, y como somos golosas, pedimos postre: panna cota.



Repetimos plan al día siguiente. Esta vez, de primero, espaguetis con gambas: riquísimos.

Luego, tiramisú… con esfuerzo, pues quedaba poco espacio.

¡Qué buena elección! Todo estaba excelente. El restaurante tiene encanto, las camareras, también. Los clientes, también. Un chico milanés que había ido a Florencia a una feria de ropa masculina y que había comido como una lima, nos invitó a un licor digestivo, ¡sin conocernos!



Hay dos Za-Za: uno es restaurante, más mono y el otro es trattoria, también con encanto. Están uno al lado del otro.

Si vais a Florencia y queréis comer bien… ¡Za-Za es vuestro sitio! (Detrás del mercado de San Lorenzo, muy cerca del Duomo). 

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