jueves, 18 de julio de 2013


La historia del vino. Prehistoria y Egipto

 

Cuando nos servimos una copa de vino, pocas veces pensamos en el largo recorrido que ha tenido que atravesar hasta llegar a nuestros días. Miles de años de historia se esconden en la esencia de esta bebida tan asociada a alegría y fiesta, incluso escogida por Jesús y la Iglesia católica para simbolizar la sangre de Cristo.

 

Prehistoria

 

El homo sapiens, que ya era sedentario, custodiaba ganado para no tener que ir a cazarlo y conservaba alimentos en vasijas de barro. Según los datos arqueológicos, la cepa, el género Vitis, coexistió con el homo sapiens, por lo que no resulta descabellado pensar que uno de los alimentos almacenados en estas vasijas eran las uvas y que, además, se guardaban en cuevas frías y húmedas. Inevitablemente las uvas acabarían aplastadas, estrujadas y su mosto, fermentado.  

El cultivo rudimentario de la vid comenzó hace unos siete mil años, nada más, en las estribaciones del Cáucaso. De allí se extendió hacia el sur, hacia las llanuras de Mesopotamia, y posteriormente al este hasta India y China. Pero no fue hasta alcanzar las costas del Mediterráneo cuando encontró su «tierra prometida».  

Si bien las civilizaciones antiguas más destacadas en nuestros tiempos son las de Egipto, Grecia y Roma, a lo largo de los seis mil años anteriores a nuestra Era se desarrollaron una serie de pueblos y de civilizaciones que marcaron definitivamente el devenir de la humanidad, como las de Mesopotamia, Creta-Micenas, Fenicia, Babilonia, Asiria, Persia, Bizancio, los pueblos germánicos, el Imperio Carolingio, etc. Prácticamente todas ellas bebían vino y conocían a fondo su proceso de elaboración y sus secretos de conservación. De hecho, el vino constituía, entonces y miles de años después, uno de los alimentos básicos de la población. Tenía propiedades medicinales y era parte de la cultura de los pueblos.

 

Egipto.

 

En Egipto se hallaron papiros que mostraban diversos tipos de uva, como la kankomet, que proporcionaba un vino excepcional destinado únicamente al faraón o a determinados rituales de gran relevancia, aunque no elaboraban únicamente vino a partir de la uva, sino también de las granadas, los higos y los dátiles (hoy en día aún se elabora vino de dátil, pero no se consume hasta que se destila en un licor llamado aragi). Llegaron a distinguir seis tipos diferentes de vino: blanco, negro, rojo y del norte, y éste podría ser Mareótico, Sebenítico y Teniótico.  

De hecho, el jeroglífico común para jardín, vino y vid está presente en numerosas tumbas, así como el sofisticado proceso de elaboración, consistente en el prensado de las uvas gracias un andamiaje, cuerdas y una tela. Este sistema se siguió utilizando hasta el siglo XIX. El mosto se colocaba en vasijas destapadas y se dejaba fermentar naturalmente gracias a las levaduras presentes en las pieles de la uva. Una vez fermentado, el vino se trasegaba a otras vasijas o bien se sellaban las primeras con un tapón agujereado que permitiera que los gases de la segunda fermentación se escaparan. Una vez completada la segunda fermentación, las vasijas se tapaban y se «etiquetaban», es decir, se hacía constar quién era el dueño del viñedo, dónde estaba éste situado, la calidad del vino y su fecha de elaboración, dato especialmente relevante puesto que estos vinos debían consumirse en su primer año de vida, antes de avinagrarse. Era conocido también que las mejores cosechas provenían del delta del Nilo y de los oasis más occidentales del país. El aprecio de los egipcios por las cualidades del vino, entre las que se atribuían ciertas «propiedades mágicas», se piensa que obedecía al hecho de que el Nilo toma un color vinoso durante el ciclo anual de las inundaciones. 

El consumo de vino en banquetes era frecuente y abundante, y considerado una bebida digna de las clases sociales más altas, pues las inferiores bebían cerveza y la leche estaba destinada, únicamente, para los niños y, según cuentan, para los baños de Cleopatra. No estaba mal visto que las mujeres también lo consumieran y existen dibujos y escritos que relatan las consecuencias del consumo inmoderado de esta bebida, que pocos siglos después tendría asignado un Dios.
 
Un antiguo proverbio egipcio reza : «En el agua puedes ver reflejada tu cara, pero en el vino siempre aparece tu mejor cualidad».

 
 


 

 

 

 

 

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