El
vino en la Edad Media
La Edad Media es el período
comprendido desde la caída del Imperio Romano y reinados de los pueblos
germánicos (S. VIII-IX) hasta el Renacimiento (S. XV).
Si bien durante la antigüedad
el vino vivió su primera gran expansión, durante la Edad Media el vino padeció
un severo retroceso debido al avance del Islam y al retraso cultural de los
invasores germánicos.
La sociedad civil se volvió muy
rural (se estima que un 80% de la población no se alejaba nunca más de 15 kilómetros del
lugar donde había nacido), muy inculta (salvo la clerecía) y las condiciones de
vida eran tan inhumanas (hambre, suciedad, epidemias, guerras…) que redujeron
la esperanza de vida a apenas treinta años. El vino era considerado alimento
por dos motivos, principalmente: por el aporte energético que suponía para soportar
los duros trabajos rurales y porque era peligroso beber agua debido a la
dificultad que suponía encontrar agua no contaminada o agua potable en aquellos
parajes donde no habían existido asentamientos romanos.
El sistema socio-político de la
Edad Media era el feudalismo, que consistía en el sometimiento de los
campesinos a un señor feudal terrateniente, a su vez vasallo del rey. Este
señor feudal les ofrecía protección ante las agresiones y saqueos y gozaba de
derechos muy abusivos sobre los campesinos.
Ante esta dramática situación
económico-política, el cristianismo se erigió como magnífico remedio para el
desconsuelo del hombre, además de convertirse en elemento unificador contra el
Islam y salvador del vino.
El cultivo de uva, tan
arraigado durante la antigüedad, entró en decadencia hasta ser, prácticamente,
abandonado. Sin embargo, el vino ostentaba un papel fundamental en la liturgia
cristiana y por lo tanto, el cultivo de uva se hizo imprescindible. Así como
hasta entonces las vides se plantaban en el litoral marítimo, a partir de la
Edad Media el cultivo se concentró en gran parte en los alrededores de los
conventos y monasterios donde monjes cistercienses (como los de Poblet), cartujos
(como los de Scala Dei) benedictinos o templarios se vieron en la necesidad de
seleccionar nuevas variedades más resistentes y aplicar revolucionarias
técnicas de cultivo que garantizaran la supervivencia de las cepas en los
parajes aislados y generalmente altos donde estaban ubicados los cenobios. Los
monjes medievales empezaron a clarificar los vinos con clara de huevo, como
seguimos haciendo mil años después, y con las yemas preparaban dulces, como
siguen haciendo mil años después. Estas técnicas de enología y de viticultura sirvieron
de base para la elaboración de vino en los siguientes siglos.
Como la mayor parte de los
monasterios se hallaban en rutas de peregrinos (La Rioja y Ribera del Duero se
encuentran en el camino de Santiago), estas rutas se convirtieron en un centro
de inagotable intercambio cultural. Peregrinos de toda Europa compartían
conocimientos y experiencias para mejorar las prácticas enológicas y los
cultivos, el movimiento de variedades de distintas regiones (por ejemplo, el
Pinot Noir de Poblet es originario de Borgoña, al igual que la orden
cisterciense); la mezcla de estas variedades, es decir, cupadas, para conseguir
que un vino pudiera ser más agradable e incluso métodos para conservar mejor
los vinos, pues éstos eran muy diferentes a los actuales: tenían menos
graduación alcohólica, eran un poco dulces y a veces conservaban el gas
carbónico inicial. Se empezaron a utilizar barricas de madera en lugar de
ánforas, pero aún no habían alcanzado técnicas fiables de conservación de
vinos, pues existen numerosas crónicas que narran cómo evitar que se avinagren
los vinos, lo que hace pensar que su almacenamiento no era perfecto. Estos
vinos solían aguantar unos meses y
cuando empezaban a deteriorarse, se añadía aguardiente o bien agua o zumos de
fruta. ¿Significa eso que tal vez en la Edad Media ya existía la sangría? ¡Tal
vez!
Los saqueos a conventos y
monasterios eran muy frecuentes, por ello construyeron sótanos para
salvaguardar el vino y los alimentos a una temperatura fresquita y así se
crearon las primeras bodegas.
El Islam habría podido
constituir un claro obstáculo para el desarrollo del vino, por la prohibición
de consumir bebidas alcohólicas por parte del Corán. Sin embargo, la religión
musulmana en la Edad Media era más tolerante con el vino que los regímenes
integristas actuales. Incluso en aquella época los musulmanes no bebían vino, sino que lo gozaban. El médico iraní Avicena
escribió: “El vino es amigo del sabio y enemigo del borracho”. Sin duda, Avicena
era el precursor de la actual consigna europea “El vino sólo se disfruta con
moderación”.
Si os ha gustado el espinoso
paso del vino por la Edad Media, pronto llegará el apasionante Renacimiento.
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