El
vino durante el Imperio Romano
In
vino, veritas.
Si
bien los egipcios dejaron evidencia de la importancia del consumo de vino y los
griegos fueron los primeros grandes impulsores de la cultura vinícola, los
romanos, con su característica capacidad de organización, tomaron el relevo a
los griegos, que reservaban el consumo
de vino para las clases más favorecidas, y lo «democratizaron», es decir: desde
el esclavo al cónsul, pasando por el campesino y el patricio, hombres mujeres e
incluso niños, todos ellos consumían medio litro diario de vino como necesidad
vital.
De
todos modos, el vino acompañaba las celebraciones y beber un buen vino de
calidad, envejecido y procedente de una región con vinos de prestigio era señal
de riqueza, status y buen gusto.
La
democratización del vino supuso una expansión sin precedentes de la viticultura
y la producción por todo el territorio del imperio, para asegurar un suministro
adecuado a soldados y colonos romanos. Prueba de ello es la ingente cantidad de
vasijas, jarros, ánforas y copas que se conservan en todos los museos de arte
romano.
Pompeya
se convirtió en una de las mejores zonas vitivinícolas del mundo romano y la
principal suministradora de vino para la ciudad de Roma. No obstante, la
erupción del Vesubio en el año 79 d.C. supuso la destrucción de todos los
viñedos y de las bodegas que almacenaban vinos del año anterior.
El
vino de otras zonas sufrió un significativo aumento de precio y únicamente
estaba al alcance de los romanos más adinerados. Esta escasez de vino provocó
el pánico y se apresuraron a plantar viñedos en zonas cercanas a la ciudad a
costa, incluso, de arrancar campos de cereal para plantar viñas. Se recuperó el
suministro de vino, pero la falta de cereal contribuyó a una escasez de comida
entre la poblada Roma. El emperador
Domiciano promulgó un edicto mediante el cual prohibía la plantación de nuevos
viñedos y ordenaba arrancar la mitad de los de las provincias, edicto que fue
desoído en gran medida aunque estuvo en vigor durante 188 años.
Algunos
vinos romanos tenían una extraordinaria capacidad de duración, lo que indica
que estaban bien elaborados. De todos modos, algunos textos citan que se
cometieron errores, como la concentración del mosto para endulzar el vino,
hirviéndolo en recipientes de plomo que producían intoxicaciones, cegueras,
cólicos e incluso la muerte, achacadas a malas cosechas. Aun así, los romanos
conocían, diferenciaban y apreciaban los distintos tipos de vino del imperio y
bebían abundantes cantidades en las bacanales, que recibían este nombre en
honor al dios Baco. Los antiguos romanos y griegos, acudían a las
fiestas y banquetes con una corona de perejil, porque creían que esta planta
absorbía los vapores etílicos y evitaba las borracheras.
Usos medicinales:
Según los romanos, el vino podía curar la mente de
la depresión, la pérdida de memoria y el duelo, así como al cuerpo de problemas
digestivos, urinarios, halitosis, mordeduras de serpiente, tenias y vértigo. El
médico grecorromano Galeno curaba las heridas de los gladiadores con vino que
utilizaba como antiséptico. También lo usaba como analgésico en cirugía.
También se utilizaba el uso para emborrachar a los
acusados en los juicios, bajo la premisa «in vino, veritas» (en el vino está la
verdad), porque sabían que una persona embriagada dice la verdad.
Podríamos escribir libros y libros sobre la cultura
del vino durante el imperio romano, pero por ahora os facilitamos un breve
resumen. Próximamente hablaremos del vino durante la apasionante Edad Media.
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